El Backstreet Boy argentino….

Bueno… yo estaba en la flor de mi edad, creo que no tenía celulitis todavía y las cachas estaban acomodaditas sin caerse (bueh, tampoco la pavada).
Por intermedio de un vecino había conocido a un muchacho del barrio: rubiecito, flaco, no muy alto, con carita de backstreet boy, sonrisa insípida, cortecito tipo he-man, voz de pito –no se puede todo en la vida- y unos pocos años mayor que yo.
Imagínense… una piba petisa, morocha, toda vestida de negro, amante del heavy metal…caminando de la manito con quien se asemejaba a la reencarnación de Federico Klemm (unos cuantos años menor)

¡Un lujo! Yo era la envidia de mis compañeras del secundario y hasta las Viejas de la cuadra mientras barrían la vereda me decían: “qué lindo churro que te compraste, eh?!?!?!”
Supongo que faltó aclarar que yo aún era virgen (OJO! No como Wanda Nara) y que el candidato hubiera sido bastante útil para arrancar. De hecho ¡era sumamente respetuoso!, nunca un manoseo, ni apoyadas innecesarias ni encuentros subidos de tono.
Pasaron unos meses de…nada….(sólo salir a tomar helado). Entonces empecé a apurar el trámite.

Me puse en el patético lugar de hacerme la torpe (y tropezarme) para caerle encima y manosearlo un poco, lo invité a tomar algo de noche y con escote provocador hacerme la sexy, prendí la hornalla, el calefón y la estufa a ver si entraba en calor y se sacaba la ropa…… y nada.
Pasaron los días y el rubiecito pelotudo (ya a esta altura una comienza a desesperarse) cae una tarde en mi casa acompañado de otro muchacho (bastante buen mozo, también).

Nota mental/observación ingrata: ambos venían de la manito y sonrientes (?)
Les ofrecí pasar, pero sólo se limitaron a quedarse paraditos. El oxigenado tomó valor y esbozando una leve y bastante pedorra sonrisa me dice: “Negra, sabes que te quiero, sos una mina de oro, pero bueno… descubrí otro lado de mi sexualidad que no conocía, y quiero apostar todo a esta persona que lo hizo posible...”

2da Nota mental/observación ingrata: QUE?!?!!?!!? AH?!?!?!?! Convengamos que soy una persona muy poco femenina y si de hecho, le gustaban los hombres… yo podía hasta dejarme crecer la barba, el bigote y los pelos de la pierna… competir como si fuera uno de ellos… pero no, éste tenía algo que yo no tenía… Y QUÉ IBA A DECIRLE?!!??! “qué tiene él que yo no tenga????” Si todos sabemos la BRUTAL diferencia en éstos casos!

Así que opté por abrir la puerta del corral y dejar ir a esa vaca, que en mis anécdotas decidí apodar… LA VACA DEL ORGULLO GAY.